UN AMOR IMPOSIBLE

Dedicado a Dorian. Yo tambien te llevare en mi corazon.

Él abrió la puerta de par en par, esperando verle como casi todas las mañanas: sentado escribiendo. Y efectivamente ahí estaba David, solitario, triste y con esas ansias de libertad que se podían sentir en su mirada, y plasmándolas frenéticamente.

David era un hombre delgado, de ojos negros como la noche sin luna; de una barba a medio crecer en tonos marrones; sus cejas eran delgadas, muy delgadas y su rostro pequeño pero masculino. Poseía una mirada penetrante, que al fijarse sobre los ojos de alguien, lograba atrapar a cualquiera por su oscuridad, por la inmensidad de su alma. Últimamente David, estaba más delgado y se asomaban unas ojeras en su piel blanca; sus ojos se veían cansados pero su espíritu seguía fuerte, combativo y orgulloso. David, escribía, escribía todos los días. Su pasión más grande era escribir poesía, sobre los sueños, las metas y objetivos que impone el amor cuando dos personas sienten que no pueden estar sin el otro.

Entonces las puertas se cerraron detrás de Roger, quien entró y le miro a los ojos y sin decir una sola palabra, se abalanzó sobre David y se fundieron en un beso histórico, como no habían dejado de ser esos besos desde hacia, ya, dos años. Sin Palabras, Roger le comunicaba a David por medio de sus apasionados besos, que le amaba, que le necesitaba y que sin él no podría vivir.

David por su parte, le besó con gran deseo, con su respiración agitada cada que escuchaba la puerta abrirse. Le besó como si fuera el último de sus días, pero mientras lo besaba ese día, también lo golpeó. Le dio puños con ambas manos en el pecho fornido de Roger, mientras se perdía en su inmenso pecho, mientras sus piernas se debilitaban y sentía desfallecer, ahí estaba el pecho de Roger donde David podía llorar.

Roger Sintió como las lagrimas de David humedecían su impecable vestir, entonces abrió un poco su chaqueta y su camisa para descubrirle a David, la blancura y tesitura de su piel; pero sobre todo para tenerlo más cerca del corazón. David Besaba y susurraba palabras inaudibles, mientras sus lágrimas lubricaban esos tristes besos que posaban en el pecho de Roger.
Entonces le levanto el rostro, tomándolo de la barbilla. Lo miro y le dijo:

-Confía en mi, tu y yo seremos felices. Viajaremos lejos donde nadie nos encuentre. Tendremos una casa al lado de un lago, y dos perros. Saldremos a pescar en las tardes, y nos besaremos en medio de los destellos finales rojizos del día. Te prometo que te hare sonreír todos los días, que haremos el amor tantas veces para aprenderme de memoria cada palmo de tu piel.- Dijo Roger a David, mientras lo miraba fijamente a esos poderosos ojos negros, mientras se iba perdiendo en un infinito reflejo de si mismo.

-Yo quiero que conozcas el lugar donde crecí, quiero verte caminando junto a mi, tomados de la mano. Quiero enseñarte la roca donde muchas veces escribí poemas futuristas para el hombre que amaría con pasión y frenesi, y que ahora se que eres tu. Pero…- dudo, mientras su voz perdia la consistencia y el ritmo y se quebraba por el dolor y la tristeza de su alma y prosiguió:

-…pero, debemos ser fuertes, y estoy seguro que todo cambiara. Estoy seguro que todo cambiara. –Le dijo David, pero en el fondo sabia que ya habían pasado dos años, y que eran demasiadas cosas que tolerar, demasiadas cosas que perdonar y, sobre todo, demasiadas cosas que olvidar. David sentía la necesidad de mostrarle su mundo a Roger, de mostrarle el espacio donde creció, donde forjó sus ideales en la vida, donde se hizo hombre, poeta y amante. David sintió ganas de golpear de nuevo el pecho de Roger, pensó que si golpeaba lograría tener algún efecto positivo en esas cosas que nublaban su felicidad. David quería demostrarle que él creció en un hogar donde el amor, la honestidad y el respeto eran las bases solidas de su familia.

Roger entendía perfectamente la angustia de David. Sabia que no podía prometerle mucho, solo besarlo, amarlo en silencio, y prometer un futuro que él merecía, un futuro juntos, lejos de todo. Roger miró a los ojos a David y le dijo que lo amaba, mientras sus enormes ojos azules se enrojecían y acumulaban sendas lagrimas. Lo dijo con todo el sentimiento, de verdad lo amaba con una grandeza única, lo amaba por encima de todo, por encima de el mismo. Roger lo tomo de la mano y le dijo nuevamente que lo amaba. Se desnudaron e hicieron el amor, en medio de lágrimas, besos apasionados, lamentos y una ternura infinita. Roger sentía dentro de si, la virilidad de David, sentía como lo amaba y lo hacia suyo, para siempre.

Se recostaron y se besaron, mientras a medio vestir hablaban de cómo lograrían salir de todo lo que los rodeaba. Roger le dijo que se retiraría y que lucharía por la alegría del final de sus días. Se tomaron de las manos, se prometieron nuevamente luchar por los dos, por su sueño, por sus poemas, por su amor, un amor prohibido. Sus corazones se aceleraron cuando escucharon unos pasos, voces y un golpe fuerte en la puerta, si, esa puerta que albergaba su amor, su secreto, sus deseos…

La puerta se abrió súbitamente y la luz los encontró a con los labios rojos de besarse, medio desnudos, tomados de la mano y mirándose fijamente apoyados en la frente de cada uno, mientras se escucho el grito de Roger diciendo:

-TE AMO-

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El teniente alemán Roger Rudolph Von Kindlaüller y su amante el poeta judío David Yatmiel Kupfer fueron maltratados brutalmente y fusilados una noche sin luna de Abril de 1942. Ellos junto a mas de 6 millones de judíos, mas de 4 millones de eslavos, mas de 3 millones de prisioneros de guerra soviéticos, mas de 2 millones de polacos, y mas de 3 millones entre homosexuales, disidentes políticos, discapacitados y gitanos; fueron parte del monstruoso plan de exterminio por asesinatos sistemáticos, durante el gobierno Alemán Nazi.

Paz en sus Tumbas, y en las almas de todos los judios que cargan ese dolor en su pasado.