miércoles, 21 de abril de 2010

MASIVO

Estábamos frente a frente, esquivando las miradas y encontrándose furtivamente unas fracciones de segundo.

Ella, vestida de pantalón negro y blusa blanca de satín con dos botones abiertos, dejaba ver un collar perlado y su escueto busto. Venia de declarar ante un juzgado de familia, que su marido la había golpeado con ferocidad frente a su pequeña de 6 años y su bebe de año. Había presentado unas fotografías como evidencia, las cuales ella misma había editado en Photoshop, pero eran tan perfectas que ni el más versado editor de imágenes lo hubiera notado. Sus mentiras habían logrado el efecto deseado, lograr una pensión alimentaria y de mantenimiento por sus dos hijos hasta que cumplieran los 18 años, lo cual su ahora ex marido, no había aceptado pues eso podía generar una ruptura en su matrimonio oficial. Que ya era un hecho, después de esta demanda.

Yo la miré a los ojos por unos momentos y estoy seguro que ella no se imaginó que era un blogger, y que de nuestro encuentro saldría este post. Ella se miró las uñas con dedicación, pretendiendo no sentir interés por mi mirada fija y ese movimiento autómata de sospecha de mi parpado izquierdo.

Al lado de esta fea pero estupendamente bien vestida mujer, estaba él, un joven de no más de 20 años, estaba ahí, con la mirada perdida. Sudaba, él sí se veía nervioso. Venia de afrontar a los padres de su novia, una chica de tan solo 14 años, que ya ostentaba un creciente vientre. Él la había violado junto a su mejor amigo, pero conciencia lo hizo regresar a verla y entablar una extraña relación afectiva. Ahora eran novios, y los evidentes 6 meses los obligó a develar la parte permisible de su secreto.

Él me miró, y se percató que yo miraba a la mujer a su costado, entonces por primera vez, las miradas de los tres se cruzaban unos a otros sin saber a ciencia cierta, que estaba sucediendo. Nadie dijo nada, solo hasta el momento en el que el altavoz del sistema de transporte masivo dijo: “Ultima parada”.

Me quedé pensando: ¿Por qué me gusta tanto imaginarme que les pasa a las personas por la cabeza?. La vida me cambia cada año, para bien o para mal, a pesar de los esfuerzos monstruosos que hago para vivir en una burbuja para que todo sea tan apacible como el lado fresco de la almohada en una noche de verano. Y sin embargo sigo oyendo, cada vez que me asomo a la sociedad, los mismos dramas, las mismas comedias, las mismas excusas y las mismas sentencias desde que tengo memoria. Por lo tanto, mi silencio en los transportes masivos me divierte pues creó que traigo a mi burbuja un poco de tragedias y comedias para sonreír solo como un bobo.

Porque los bobos somos felices con gran imaginación y en silencio.