LOS 7 DE POTTER

(Si, yo sé, hay 6 ya se darán cuenta el porque...)

Comentario del Escritor.

Ya sea por la sorpresa del azar, ó por la suerte del albur, ó, tal vez, por los inciertos designios de la casualidad, esta semana he recibido mails de mis anteriores parejas sentimentales en una curiosa y ordenada manera, uno por día. Esto, y motivado por las gratas solicitudes que en dichos cuerpos de correos me realizan, decidí hacerles un post. Conociéndome, sabían que no les saldría barata, pero fui consecuente con lo sucedido. A ellos les agradezco el permiso del uso de sus imágenes, y les reitero que los amé con todo cuando correspondió y los llevare siempre conmigo.

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Acabo de terminar (por tercera vez) la entretenida lectura del teo-poema de Dante Alighieri La Divina Comedia. Siendo preso de la fantasía, hasta yo mismo acompañé a Dante y a Virgilio por el recorrido por los nueve círculos de sometimiento a los condenados pecadores. Siempre tiendo a viajar entre las líneas y trasladar mi realidad a los escenarios literarios; a veces, con unas incontables coincidencias con mi realidad.

Disfruté algunos detalles, en particular en la primera parte. Sin embargo, me di cuenta que no podría siquiera llegar al purgatorio, y es que no tengo meritos para redimir cada uno de mis pecados en cada escalera, y encontrar el paraíso. Deduje una conclusión: yo soy un pecador por naturaleza, yo glorifico cada uno de los vicios cuando vienen disfrazados en hombres con sonrisas matadoras.

Procedo entonces a invitarlos a conocer, a quienes sin duda, me han ayudado a ganarme una plaza en cada uno de los círculos del infierno de Dante. Con ustedes: Los 7 Hombres de Potter:

1. Cuando algunas personas son llevadas a situaciones extremas, pierden los estribos, pero si olvidan el amor propio en ese momento se vuelven salvajes primitivos. Eso fue exactamente lo que le hice a Mr. JP. Él fue engañado vilmente con evidencia fotográfica explicita que supo encontrar, yo me resigne a pararme de frente sin inmutarme frente a la furia ciclónica que se desato. En el fondo, sabía que era capaz de todo. Destruyo su apartamento, fumo a rabiar, bebió en exceso, se drogó incontables veces y hasta fue promiscuo en un supuesto acto de protesta y vandalismo moral contra mí (Ja!). Nunca llegue a imaginar lo que sucedería después para mi: el exilio, el repudio, las miradas torcidas y una sobredimensionada atención por parte de nuestro estúpido grupo social. Hasta el día en que su IRA fue callada con un certero, seco, desinteresado, y juguetón puño en la cara por su infantil actitud. Ese día supe que nunca más le vería feliz, había destrozado su dignidad con un atentado físico de repudió mundial. Hoy le respeto su actitud y le agradezco haberme llevado a una situación extrema, solo que esta vez pensé en mí, en lo mucho que me valoro y me fui a recorrer parajes y conocerme en solitario.

2. Su nombre, su piel y sus coquetas pecas eran cautivantes. Constantino, es español, y nos conocimos en una muestra fotográfica en Chacao (Ven.), cuando ambos demudados, observábamos una fotografía de cinco metros de una heliconia pendulante rosada, nos miramos fijamente a los ojos. Esa noche tuvimos sexo, y comimos un helado de frutas rojas en mi apartamento. Empezamos a deslumbrarnos el uno al otro, con invitaciones a disfrutar excesos vulgares, por alta gourmet y el consumo en exceso por bebidas fermentadas y destiladas, que rayaba en una irracional e innecesaria conducta. Descubrimos los mejores platos de cada restaurant en un excelso recorrido, en no menos de dos meses. En el “Avila tei” disfrutamos de anguila a la parrilla, con calabazas secas y hongos de shiitake secos; en “Mango” del Hotel Embassy Suite conocimos las maravillas de la cocina Nikkei (fusión peruana y japonesa) lomito saltado con el rocoto de ají dulce y pisco sour. En “Palms” saboreamos a rabiar, el cabrito al vino tinto con aderezo de pepinillos y setas francesas. Sin embargo en “Sur” del Hotel JW Marriot, fue donde nos dimos del irracional comportamiento, por un plato hindú de espárragos, berenjena, hinojo y perejil, pagamos por lo menos la mitad de nuestros ingresos mensuales juntos. El sexo de esa noche no fue bueno, no dormí bien, pero contemple sus fabulosas pecas, las besé tiernamente y sabía que al despertar prepararía sánduches de jamón y queso de dudosa procedencia y le pediría que se fuera para no volver. Diciéndole “la he pasado delicioso, disfrutando de momentos exquisitos, pero cualquier forma de exceso cabe bajo la definición de GULA, y de verdad ya no puedo sostener esto!”, entonces me respondió: “bueno tío, igual ya estoy sobregirado, te puedo llamar luego?”

3. David: judío, único hijo y físicamente perfecto. Fue mi compañero sentimental durante un par de años. David no conoce lo que es el pudor, y la humildad. No podía caminar por un lugar público sin llamar la atención por su llamativa belleza física y por su comportamiento provocador. Le gustaba colgarse de mi brazo mientras caminábamos por un centro comercial en nuestra ciudad natal despertando todo tipo de reacciones, miradas y comentarios, mientras yo estaba a la defensiva, dispuesto a defendernos de algún ataque. Su arrogancia sobrepasaba cualquier limite, tan caprichoso como su popular influencia política familiar le permitían, y, siempre tenía unos comentarios ácidos a pedir de boca, simplemente para mí era encantador. No tenía amigos, según él no los necesitaba, y yo… adivinen?. Si, perdí los míos, porque nadie se soportaba “a la loca hija de puta esa” (como ellos a bien tenían denominarlo). Su SOBERBIA era fascinante, me gustaba cada vez más, cada capricho, cada exigencia, cada arrogancia. Pero un día se desinteresó por las infaltables orquídeas moradas todos los jueves, por la compañía mutua solitaria y altiva, por las noches de pasión desenfrenadas, por los domingos en la hamaca… había regresado de Miami su novio, el traqueto (mafioso).


4. Cuando me dijeron que conocería a “nazareno” pregunté la razón de su apodo. Una hora después me había perdido en la profundidad del azul de sus ojos, y esa sensación de estar en frente de una versión moderna de Jesús con rastas. Meses después, compartiendo las vivencias del amor día a día con “Naza”, sentí que él había generado unos complicados cambios progresivos en mis férreos distanciamientos con cierto tipo de actitudes que detestaba en algunas personas. Recordé la frase de una agria anciana que conocí en un viaje y me dijo: “uno le arranca pedazos de la personalidad al otro, y las hace tolerables”, era cierto. “Naza” era demasiado simple para vestir, a pesar de su arrolladora estética visual, no existía ninguna razón por la cual perdiera los estribos y era demasiado cariñoso después del sexo, aún cuando el efecto sedante de la marihuana lo tenía llevado a menos, era especial y nos decíamos cosas lindas. Pero me fui embargando de una inacción, de cierta pusilanimidad y algo de cobardía ante algún empeño por cambiar su rumbo y empecé a considerar la ociosidad como parte de lo cotidiano. Cuando menos pensé, no me importaba mucho las responsabilidades y costos de la existencia, escapaba constantemente a lo que se debía hacer, y perdí el amor a ciertas comodidades y placeres. A pesar de todo, enaltecí la ACIDIA (PEREZA) de “Naza”, porque me mostró una parte de mí que no conocía, aquella que disfruta de las cosas pequeñas, de las nimiedades, del significado de una margarita y no de miles de orquídeas, del respeto por las diferencias, y sobre todo, porque tener sexo impulsado por la cadencia de Bob Marley o Bunny Wailer no tiene igual.

5. Sebas siempre había dejado en mí la mejor impresión. Educado, correcto, escrupuloso, de hablar pausado y unos modales como pocos. Era el novio de un amigo cercano, y mi opinión sobre él ante los demás era que representaba todo lo que una buena madre quiere como yerno. Pero mi apreciación personal era otra, yo solo quería follarmelo día y noche. Me parecía que debajo de tan correcta actitud había un efebo apasionado. A decir verdad, nunca llegue a imaginar que eso pasaría de una turbada fantasía a la realidad. Hasta un día, jugando ruleta electrónica en cierto casino, y cuando su novio se retiró por un momento al baño, le dije motivado por el efecto de algunos tragos de más: “Voy a apostar, si gano nos acostamos hoy, y si vos ganas me decis cuando nos acostamos”. Esa noche puedo decir que le besé hasta la sombra, y efectivamente era increíble ver como dejaba su correcta imagen se dejaba a un lado cuando mis avances sobre él lo hacían estremecer, sudar y gemir. Había jugado a ganar, y el premio eran innumerables encuentros sexuales en todo momento, lugar, y duración. Éramos conejos, fornicando sin parar, sin treguas, sin condiciones y sin preguntas. Simplemente la sola idea de que me surgían pensamientos posesivos, ya fuera para “robar” el tesoro preciado de mi amigo o para simplemente recibir esas maratónicas jornadas de pasión. Era una conducta obligada de pertenencia física, éramos presos de la LUJURIA. Entonces después de más de un año en un incesante romance físico secreto, él se fue a vivir con su novio (mi amigo) y empecé a cuestionar nuestra actitud. Nuestro último encuentro se puede calificar como perpetuo.

6. Eduardo cuenta con una seguridad pasmosa, que cuando me conoció les dijo a sus amigos: “yo a ése me lo llevo a la cama en menos de un mes”, aún cuando no había empatía entre ambos. Pero ya es sabido que “la constancia vence, lo que la dicha no alcanza” y por lo tanto tan solo un mes después iniciaba la relación más compleja hasta los actuales momentos. La diferencia de edad era lo de menos (casi dos décadas separaban nuestras fechas de nacimiento), pero las razones por las cuales me había caído pésimo conocerle, lo que ahora me generaba intriga, gusto y un tropismo magnético. Es el hombre más despiadado que existe en la tierra, y eso lo hacia un encanto (siempre he tenido debilidad por los antagónicos) para mí. Fue criado por su niñera en Londres y nunca veía a su madre. Arquitecto con PhD de Interior Desing, es exitoso, desmedido, calculador y sobre todo (y lo más inconsecuente) el mejor escritor de cuentos infantiles que existe y que publica bajo un seudónimo gracioso. Su estricto estilo me deslumbró, condenaba cosas eternas e intangibles por la acumulación insatisfecha de cosas temporales. Su ferviente pasión por adquirir y conservar piezas precolombinas y antigüedades no se detenía ante los medios legítimos y justos. Era un afecto desordenado, y para cuando me pidió vivir juntos me negué ante la posibilidad de no encontrar un espacio dentro de su espacio de mascaras, vasijas y collares de oro de indígenas pre-colombinos. Es innegable que la pasión entre los dos era desbordante, los besos más apasionados y cariñosos de la historia los vivimos juntos, pero fue la lectura de uno de sus secretos cuentos infantiles después de haberle poseído con furia salvaje (con Michael Bubble de fondo) lo que me enamoró perdidamente de este enigmático hombre. Un buen día sugirió que si no me mudaba a su casa, las cosas terminarían. Y efectivamente así fue, porque su deliberada AVARICIA lo hacía pretender que todo sería para él sin importar el precio. Hoy en día sigue solo, con su penetrante mirada puesta en cuanta excavación de cementerios indígenas se hace ilícitamente en Colombia, pero sé que su corazón equipara sus debilidades con los cuentos infantiles de una incalculable ternura. De haber sido de otra manera, hoy le leería mis publicaciones del blog antes de escuchar su cuento en las noches.


7. El día que me di cuenta que el amable Andrés tenía para mí los mejores deseos que pueden generar la tirria, el resquemor, la animosidad y el resentimiento; si, ese día escribí De Plumas a Escamas. Yo no podía hablar, sin encontrar un blanqueamiento de ojos inmediato; no podía mencionar una crítica sin que él saliera en su legítima defensa. Andresito era simplemente inofensivo, su veneno jamás penetraba mis pétreas escamas de dragón, en cambio un solo escupazo mío lo dejaba revolcándose en un ataque pseudo-epiléptico. Mi presencia le despertaba incomodidad, aún cuando yo siempre seguí siendo su amigo. Pero su amor por lo propio (los amigos, los espacios, los maridos) era pervertido deseando privarme a mí del disfrute de los mismos. Fue cuando supe que esa ENVIDIA, había surgido por mi éxito en la estrategia de arrebatarle a él lo que legítimamente fue mío desde un principio: El centro de Atención, de mis amigos y de sus noviecitos. (Aún no sé porque Andrés no me envió su foto, ¿acaso no le gusto el post dedicado?).


En conclusión:
A veces contamos con una suerte de normas de conductas sobre el deber ser, el deber actuar, el deber sentir, el deber pensar y hasta el deber decir. Lo que es éticamente correcto, cada quien le puede poner su categorización, cada quien se pone límites y codifica su moral a su conveniencia. El amor, es maravilloso y uno hace por amor cosas increíbles, esa es realmente (por lo menos para mí) la llave maestra para regir mi conducta.

A Ellos gracias por la inspiración.